Hoy volvemos para hablaros de un oficio tradicional al que recurrimos muchas veces cuando nuestro estudio trabaja en una rehabilitación de patrimonio. Los maestros herreros, de los que cada vez es menos frecuente oír hablar, realizan un trabajo tan especializado y único que para nosotros es indispensable contar con ellos cuando necesitamos recuperar el brillo de un edificio patrimonial.

En España, la extracción y tratamiento del hierro era algo normal ya en la Edad Media, debido a que los yacimientos eran abundantes. Por aquel entonces, el de herrero no era un oficio especializado, sino que las personas que trabajaban este metal lo hacían de forma rudimentaria. Poco a poco, el trabajo se fue haciendo cada vez más profesional y nacieron las fraguas, donde se forjaban objetos de hierro tales como herraduras, rejas, clavos o armas. Dicen que los herreros suelen presumir de tener uno de los pocos oficios donde ellos mismos pueden fabricarse las herramientas de trabajo.

Para trabajar el hierro, estos maestros calientan el metal hasta que se vuelve incandescente. En este estado, el material se transforma y se convierte en un elemento maleable, perfecto para ser forjado. Muchos herreros trabajan en talleres con la luz muy baja, ya que les permite diferenciar los distintos colores que va adquiriendo el metal al calentarlo, y así pueden identificar el punto exacto en el que tienen que empezar a trabajar.

El oficio tuvo su apogeo en la Edad Media, con un especial desarrollo en el asentamiento de las ciudades. Fue entonces cuando comenzaron a formarse los gremios especializados, que permanecieron unidos hasta la llegada de la Revolución Industrial. En ese momento, algunas de las técnicas tradicionales dejaron paso a nuevos sistemas de forja, aunque sobrevivieron gracias al boca a boca en pequeños talleres que aún hoy se mantienen activos.

En España, el oficio está aún lejos de extinguirse, aunque no son muchos quienes lo mantienen vivo; para ENERO Arquitectura es fundamental poder contar con estos profesionales para recuperar determinados elementos —barandillas, rejas, muebles…— en nuestras obras de restauración de patrimonio. Solemos decir que uno de los principales objetivos que buscamos cuando nos enfrentamos a una rehabilitación de este tipo es que el edificio recupere la esencia que tenía cuando fue creado, algo que siempre conseguimos cuando contamos con maestros especializados en oficios tradicionales. Gracias a ellos, proyectos como la rehabilitación del Palacio del Marqués de Santa Cruz o el Palacio de los Pardo Donlebún, en Asturias, se han podido llevar a cabo manteniendo el respeto por la historia, la cultura y el paisaje que nos caracteriza.