Building Information Modeling (BIM) es una metodología de trabajo colaborativa para la creación y gestión de un proyecto de construcción. La principal labor de este sistema es gestionar integralmente un proyecto constructivo.

A través de una suite, se centraliza toda la información del proyecto en un modelo de información digital creado colaborativamente por todos sus agentes. BIM deja atrás el plano para incorporar información geométrica, controlar los timings, los costes, las condiciones ambientales y de mantenimiento.

El Parlamento Europeo a través de la directiva 2014/24/UE ha recabado esfuerzos para recomendar su utilización en los países de la Unión y su inclusión en la normativa de contratación y licitación pública.

2018 es el año del BIM en España, al menos, en cuanto a implantación del mismo para obras públicas. Pronto, cualquier obra pública que se firme deberá haberse desarrollado en BIM o un programa similar.

Una de las ventajas más significativas es que implica al equipo en todo el ciclo de vida del edificio, permitiendo la gestión continua del mismo y permite mejorar las relaciones de los stakeholders.

Desde el punto de vista del cliente, es muy importante, ya que podrá, en tiempo real, proponer cambios al diseño inicial, en diálogo directo con el equipo de diseño y de construcción.

Además, será muy fácil trabajar en 2D y en 3D, ya que la metodología BIM integra ambas en el proceso de trabajo y lo hace naturalmente.

En cuanto al impacto energético, será más cercana la utopía de tener edificios más respetuosos con el medioambiente, sostenibles y eficientes. Desde el diseño, la plataforma permite trabajar los proyectos de construcción desde el rendimiento energético, pudiendo controlar desde el principio las emisiones de carbono.

Con el BIM como método, el dibujo se reinterpreta y muta en formas digitales mucho más eficientes y solo sabremos de su eficiencia con el paso del tiempo, que le dará la razón o no a estas formas de visualización, como ya pasó en su momento con el programa AutoCad.