
Enseñanzas desde Paimio, un monumento contemporáneo a los cuidados
En la historia de la arquitectura hay proyectos que reflejan con mucha precisión cómo los edificios hospitalarios se convierten en valiosas propuestas al servicio del bienestar del individuo. En este blog queremos compartir algunos de los ejemplos más sugerentes por su valor, por su capacidad de innovación, por su complejidad o por haber introducido estrategias de humanización en los espacios para la salud.
Hoy más que nunca, cuando miramos atrás, nos sentimos inspirados por proyectos de arquitectura hospitalaria especialmente humanos: los que ponen al paciente en el centro de su diseño. El sanatorio de Paimio, del arquitecto Alvar Aalto, es sin duda uno de los conjuntos arquitectónicos más representativos de esa forma de entender un proyecto. Su diseño parte de una prioridad: mejorar el bienestar de los pacientes, los principales usuarios del centro.
Esta obra de Aalto es un perfecto ejemplo de cómo la arquitectura contribuye a humanizar los espacios que habitamos, incluso aquellos que están fuera de nuestros entornos cotidianos y se convierten en lugares íntimos de forma temporal.
Alvar Aalto ganó el concurso para este equipamiento a finales de 1928 y el edificio se terminó de construir cinco años después. Ubicado en Paimio (Finlandia), en un entorno aislado cercano a Turku, se integra en la naturaleza de un entorno boscoso respondiendo a la topografía de su emplazamiento. A través de una contundente elección de piezas, de diferentes tamaños y orientaciones, el conjunto se articula a partir de un núcleo central de circulaciones. Convertido en paradigma del Movimiento Moderno, el sanatorio también anuncia lo que luego reconoceremos como arquitectura orgánica, tal y como comprobamos con su planta en abanico y otros detalles menos ortodoxos.
A diferencia de las propuestas puramente funcionalistas, los volúmenes de este hospital para tuberculosos no buscan la repetición de un patrón preestablecido, si no que surgen con una personalidad diferente según sus funciones. Esa idea dota al proyecto de un valor único y lo convierte en uno de los más reconocidos en el ámbito de la arquitectura hospitalaria hasta hoy.
Sanatorio de Paimio, Finlandia (1929-1933). Arquitecto: Alvar Aalto.
Fiel a la premisa de atención a los cuidados, Aalto priorizó en su diseño la mejor orientación para cada una de las piezas del conjunto de edificios. Cada pieza acoge espacios de convivencia e intimidad para todos los usuarios, tanto el personal sanitario, con sus propios pabellones, como los pacientes y sus acompañantes en las habitaciones y espacios comunes. En el volumen principal del sanatorio, el ala de pacientes, las vistas a la naturaleza, la ventilación y el asoleamiento natural son los protagonistas.
El aprovechamiento de la luz natural se convierte así en un mecanismo clave para el proyecto arquitectónico y, a la vez, en un instrumento médico imprescindible para el tratamiento de la enfermedad. Un ejemplo de este uso es su famosa sala de tumbonas de la cubierta, donde los enfermos podían disfrutar de las propiedades curativas de la exposición directa al sol y en la que también introduce el aire libre como elemento técnico y tratamiento sanitario.
Transitar y dejarse guiar a través de la distribución de los espacios es otra de las herramientas utilizas por Aalto para acompañar y estimular al paciente en el sanatorio de Paimio, definido por el autor como un instrumento médico en su totalidad.
Para el arquitecto finlandés, la unidad principal del complejo era la habitación de dos camas, un espacio en el que extremó la atención al detalle con el deseo de mejorar y humanizar la estancia del paciente. Lo hizo a través de elementos como la luz indirecta y el control sobre las medidas en la distribución interior, y también gracias a un mobiliario diseñado especialmente para ella. La famosa butaca Paimio es el ejemplo más claro, pasando a la historia del diseño y la ergonomía por facilitar con su postura la respiración del paciente y, como el resto del complejo, su bienestar.
No podemos olvidar que cada época produce una arquitectura que responde a sus valores y al entorno social en la que se desarrolla. Los proyectos de arquitectura hospitalaria, por lo tanto, funcionan como sismógrafos del pensamiento científico de la época, de los avances tecnológicos para la salud y también del debate arquitectónico del momento. Es por eso que la introducción de diferentes estrategias para la humanización de los espacios para el paciente hacen que el sanatorio de Paimio continúe siendo un referente entre los proyectos que participan de esa visión.