Seguimos hablando en nuestro blog de las áreas de conocimiento de ENERO Arquitectura que aplicamos en cada uno de nuestros proyectos de arquitectura hospitalaria. En esta ocasión nos centramos en la salutogénesis y la relación que tiene con las emociones y la percepción del espacio construido.

 

La salutogénesis es la teoría que el académico y sociólogo Aaron Antonovsky introdujo en la década de 1970 centrada en los factores que promueven la salud y bienestar de los pacientes, en lugar de en las causas de la enfermedad.

 

El término salutogénesis define una disciplina que centra su estudio en el origen de la salud y en los denominados activos para la salud, como complemento al enfoque patogénico que contempla los orígenes de la enfermedad y sus factores de riesgo. Nuestra arquitectura estimula aquellas capacidades que permiten afrontar situaciones de una manera positiva.

 

A la hora de diseñar arquitectura hospitalaria, aplicamos la teoría de la salutogénesis creando entornos que fomenten la recuperación, reduzcan el estrés y mejoren la calidad de vida de los pacientes y el personal sanitario.  Estudiamos los comportamientos y las emociones para utilizarlo como una forma más de comunicación con las personas a través del espacio construido, generando un camino de transformación y sanación.

Son varias las estrategias de diseño que aplicamos para lograr una arquitectura salutogénica. La introducción de luz natural y el tratamiento de los espacios a escala doméstica han demostrado ayudar en la recuperación. En ENERO Arquitectura ponemos especial énfasis en el desarrollo de circuitos de privacidad, zonas de encuentro y de esparcimiento que permiten modular la interacción social de los pacientes a lo largo de su recuperación.

 

Otro de los factores esenciales en el diseño de arquitectura para el bienestar es la introducción de entornos naturales. Introducir naturaleza en los espacios sanitarios a través de vegetación aporta calma y sosiego, afectando de forma positiva a la recuperación de los pacientes.

 

Aprovechando la oportunidad de hablar sobre arquitectura salutogénica tuvimos el placer de tener una conversación con la arquitecta Carolina López.

 

Preguntamos a Carolina sobre como el espacio construido y la humanización de los mismos influye en el bienestar de las personas que los habitan.

 

Pregunta: ¿Qué papel crees que tiene el arquitecto en la influencia del bienestar de las personas?

Toda acción humana se desarrolla en un espacio construido, sea por la naturaleza o sea por el hombre. En el caso de la naturaleza, es difícil encontrar espacios que nos generen malestar ya que biológicamente venimos de ahí. Sin embargo, en los construidos por las personas esto no sucede de manera automática.

 

Creo que los arquitectos tenemos la responsabilidad de generar los espacios al servicio de las personas para hacer nuestra vida más agradable, contribuyendo de alguna manera en nuestro bienestar.

 

Espacios interiores en el Centro Médico Olympia. ENERO Arquitectura. Fotografía Jorge Allende.

Pregunta: ¿Cómo podéis, entonces, contribuir a ese bienestar a través del espacio construido?

Si queremos aproximarnos a proyectar desde ese punto de vista, necesitamos comprender cómo funcionamos como seres humanos y qué mecanismos son propios de la condición humana para generar sentimientos en nosotros mismos. Si podemos entender cómo funciona nuestro sistema nervioso, cómo nos relacionamos con nuestro entorno y lo sentimos, podremos tener herramientas para proyectar con la intención de contribuir al bienestar.

 

 

Pregunta: ¿Con qué recursos cuenta la arquitectura en cuanto a materiales y texturas para proyectar desde esa mirada?

Curiosamente y dándole continuidad a la respuesta anterior, cuando proyectamos en esa línea no hay patrones ni normas establecidas referente a unos materiales o texturas en concreto. Se proyecta en función de la percepción del grupo de personas para los que se está diseñando el espacio. No hay un manual escrito, sino que hay un paso previo a la definición de los materiales que consiste en entender qué mecanismos tiene el ser humano para percibir el espacio o los materiales. Los materiales, en sí mismos, no tienen esa capacidad intrínseca.

 

Fotografía exterior del Hospital Quirónsalud Badalona. ENERO Arquitectura. Fotografía Jorge Allende.

 

Pregunta: ¿La percepción, entonces, será el condicionante para proyectar espacios hospitalarios para el bienestar?

Siendo muy simplista, podríamos decir que es uno de los factores que más influyen. Está claro que la arquitectura puede aportar ese valor hacia el bienestar, pero no es la única pieza. La percepción, al fin y al cabo, es lo que condiciona nuestra realidad. Si conocemos qué condicionantes influyen podremos entonces entender y atender las necesidades de estos.

 

 

Pregunta: ¿A qué condicionantes te refieres?

La percepción está compuesta por tres elementos que vale la pena comentar.

 

Por un lado está la mente, es decir, tus pensamientos, tus valores, tus creencias y tu experiencia. Luego, están las sensaciones y las emociones, que curiosamente, ocurren en el espacio temporal del presente, justo en el mismo en el que habitamos la arquitectura.

 

Son estos tres elementos que configuran la percepción del espacio y así mismo, será lo que genere un determinado sentimiento en ti. Así que no será un material determinado el que te produzca una determinada sensación, sino la percepción que tienes de ello. Es por eso por lo que un mismo espacio puede ser percibido distinto dependiendo de la cultura, de la edad o del estado en que se encuentre la persona

 

 

Pregunta: ¿Cómo las emociones y sensaciones pueden formar parte del proceso proyectual?

Las emociones son mecanismos biológicos que activan ciertas funciones internas del organismo y que activan a su vez comportamientos externos, las sensaciones. 

Si conocemos bien las emociones que activan nuestro sistema nervioso simpático y observamos qué comportamiento asociado tienen, podremos contribuir mediante los estímulos externos a poner en marcha nuestro sistema nervioso parasimpático. Este es el responsable de nuestra sensación de bienestar.

 

Pregunta: ¿Cómo explicas, entonces, que haya espacios que transmiten calma y otros no?

Cómo he comentado, el espacio en sí mismo no transmite calma, sino que lo que tú percibes genera una emoción de calma y unas sensaciones asociadas a ella. Por ejemplo, podrías sentir relajación muscular y observar quizá también que en tu mente hay esa traslación en el movimiento de tus pensamientos. Esto se debe gracias a nuestro sistema resonante de las neuronas espejo. Con ellas podemos corporeizar en nosotros mismos las acciones, las sensaciones o emociones del exterior. Este grupo de neuronas permiten hacer lo que no es suyo como propio a través de la mimetización. Esta teoría la enunció el neurobiólogo italiano Giacomo Rizzolatti en 1996.

 

Pregunta: ¿Puedes compartir una reflexión final?

Si queremos aproximarnos hacia una arquitectura que preste servicio a las personas debemos pensar de qué necesidad nos están hablando las emociones del grupo que vaya a ocupar ese espacio y qué acciones se van a desarrollar en él.

 

Será necesario que nos paremos a observar esas emociones y sensaciones corporales para plasmarlas en el diseño arquitectónico e impactar así de manera positiva en nuestro bienestar.